Dicen que en la vida todo es cuestión de equilibrio. Equilibrio entre la actividad y el descanso, entre las relaciones sociales y las íntimas, entre vida laboral y personal, entre el hecho de tener tantos amigos que no se dispone de tiempo para cuidarlos, y estar inmerso en una terrible soledad, entre comer mucho y comer poco…, y entre ser una persona muy racional y ser una persona muy emocional.
Lógicamente todos tenemos estas dos partes, la emoción y la razón, o en otras palabras, una parte más instintiva o sentimental, y otra más intelectual o racional. Hay a quien le predomina más una parte que la otra, pero es bueno que haya un cierto equilibrio entre estas. En un extremo, encontraríamos a esas personas que no pueden conectar con sus emociones, y entonces su cuerpo expresa eso que la mente no puede procesar en forma de somatizaciones. En el otro extremo encontraríamos esas personas que están tan cogidas a sus emociones que no son capaces de escuchar fuera de ellas mismas.
Tal y como nos dice la tradición taoísta no hay Yin sin Yan, y al revés. Así que es bueno poder tener estos dos elementos humanos bien desarrollados.