Cuando preparaba este escrito sobre autoestima me preguntaba que esperaria la gente sobre este artículo. Quizás de manera errónea, pero pensé que al escuchar la palabra autoestima, rápidamente se podia pensar en algo que siempre va bien mejorar, y que seguramente recomendaria ejercicios o pautas para mejorarla.
La sociedad actual esta caracterizada, como nos explica Bauman, por la fluidez y la volatilidad. Estamos en una sociedad que nos empuja hacia lo no productivo, donde parece que se intenta mercantilizar la vida cotidiana. Un ejemplo de esto sería la hipermedicalización que estamos sufriendo en nuestra sociedad o la tendencia a tener muchas relaciones pero con pocos vínculos. Otro aspecto relevante es esta manera tan masculina que tenemos de actuar, donde la parte femenina queda excluída. En lo masculino me refiero a todo lo referente al hacer, y en lo femenino al ser y estar.
En este contexto aparece la idea de que aumentar la autoestima nos hará más felices, pero esto es justo al contrario: no es que aumentar la autoestima nos haga más felices, sino que si hemos tenido experiencias felices, esto hará que tengamos una buena autoestima. La autoestima no deja de ser un síntoma que nos indica como estamos, e intentar focalizarnos en este síntoma es correr el peligro de caer en el culto al ego, lo que nos alejaria del apego real, alejándonos de una relación vincular segura, auténtica y saludable.
John Bowlby nos habla de la importancia del vinculo de apego con las figuras cuidadoras. Nos dice que este apego en los primeros años de vida determinará nuestra manera de organizarnos internamente, y que esto es lo que nos guiará las percepciones, emociones, pensamientos y expectativas en las relaciones posteriores.
Se puede hacer una montaña pensar que gran parte de lo que somos hoy dia viene determinado por lo que hemos vivido, y que centrarnos en entender cuales son estos funcionamientos internos puede suponernos una tarea muy costosa. Pero el desconocimiento del propio problema se paga con el empobrecimiento de la existencia personal. Es decir que alejarnos del problema requiere hacer una construcción basada, por ejemplo, en lo que deseamos y no en lo que somos. Esto a ojos ajenos puede parecer muy atractivo, pero al no ser genuino no hará que alcancemos un verdadero bienestar. Una vez aceptemos nuestra debilidad, esto hará que seamos un poquito más fuertes. Si lo que hacemos es negar nuestros límites y debilidades y nos centramos en luchar hacia sentirnos fuertes y poderosos, estaremos forjando las puertas del narcisismo, convirtiéndonos en personas duras y no en personas fuertes. Recordemos que el narcisista no es ese que no quiere a los demás porque se quiere a sí mismo, sino que no quiere a los demás porque no puede quererse a si mismo.
La búsqueda de la autoestima conceptualizada como auto evaluacion en cuanto a metas conseguidas sólo nos generará inseguridad, presión y frustración. Responsabilizarse de las propias necesidades y limitaciones es lo que nos proporcionará un contacto genuino hacia nosotros mismos.