La sexualidad humana es una área de nuestra existencia muy compleja y delicada. Está compuesta por elementos de orden biológico, psicológico y social. La mayor parte de las veces las causas de una disfunción sexual son de origen psicológico.
La sexualidad humana es uno de los medios de comunicación humana más profundos de los que disponemos, y justo por este motivo está cargada de emociones profundas, algunas veces difíciles de gestionar.
Aun a día de hoy hay mucho temor a consultar cuando se padece una disfunción sexual, muchas veces viviéndolo de una manera tormentosa en silencio. Vale la pena afrontar la situación y consultar a un profesional, ya que gran parte de los casos son tratados con éxito. En la mayor parte de las veces, las disfunciones sexuales son el síntoma que aflora de una problemática psíquica que hay detrás. No hay motivos para avergonzarse, ya que es un aspecto más de nuestra vida personal.
Un claro ejemplo del carácter psicológico de las disfunciones sexuales es el hecho que ocurrió en 1998 con la introducción del Viagra (sildenafil) en el mercado norteamericano. Al introducirlo se dispararon las ventas de forma vertiginosa por los hombres con disfunción eréctil. A consecuencia de esto aumentó considerablemente la demanda de ayuda psicológica debido a la variedad de conflictos maritales que aparecieron. Esto clarifico la naturaleza de los problemas de intimidad que habían estado enmascarados por la disfunción eréctil.
Los trastornos más usuales entre los hombres son la disfunción eréctil (incapacidad para mantener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual en el 25% de los intentos como mínimo), la eyaculación precoz (la aparición de forma persistente o recurrente del orgasmo y la eyaculación antes, durante o poco tiempo después de la penetración, impidiendo así la satisfacción del coito) y eyaculación retardada (mucha dificultad para conseguir el orgasmo). Entre las mujeres, la anorgasmia (incapacidad para llegar a un orgasmo), el vaginismo (contracción involuntaria de los músculos del perineo y de la vagina), la frigidez (ausencia total de placer sexual) y la dispareunia (penetración dolorosa). También podemos encontrar en ambos la falta de deseo sexual.
Es importante tener en cuenta:
- La comunicación con tu pareja. Uno no es adivino, por eso es importante comunicarse para saber lo que gusta a cada uno, los deseos de cada uno, nuestras dificultades, etc. El hecho de ocultar alguna cuestión no hace que esta desaparezca, sino que crea un malestar en la persona afectada debido a la atención depositada en el fin de mantener en secreto este aspecto.
- Entender que no hay una mecánica sexual universal. Cada uno tiene su propia sexualidad. Lo que a uno le gusta, a otro no; lo que da placer a uno, a otro puede producirle rechazo, etc. Es importante conocer a tu pareja.
- La actividad sexual es cosa de dos, generando una vinculación nueva y diferente con cada persona.
- Olvidar los estereotipos. Cada persona es diferente, y el placer no está relacionado con la habilidad en conseguir prácticas estrambóticas, sino con la calidad de la vinculación afectuosa.
- No marcarse una meta en la actividad sexual, sino dejarse llevar con lo que se va generando.