Todos nosotros alguna vez hemos experimentado síntomas psicosomáticos delante alguna situaciones críticas en nuestra vida. Dolores de barriga delante de situaciones de estrés, personas que desarrollan enfermedades como la psoriasis, mareos en situaciones de tensión, agravamiento de alguna enfermedad, etc.
A veces hay situaciones que generan tanto sufrimiento que no lo podemos tolerar. Nuestra mente es tan sofisticada que en estas situaciones hace expresar al cuerpo lo que nuestra mente no puede afrontar. Entonces es cuando aparecen estas manifestaciones somáticas. Estas enfermedades o síntomas del cuerpo son un reclamo, una atención para la persona de que algo está sucediéndole a nivel emocional. Podríamos decir que la persona siente que algo le pasa, pero no sabe el qué.
Diríamos que cuando hay síntomas de este tipo es que hay dificultad para que la persona pueda integrar su parte emocional con su parte más racional, como si estuvieran desconectadas una de la otra. En ocasiones estas personas se ponen en manos de médicos muy científicos que se focalizan exclusivamente en la parte sintomática y corporal, distanciándose emocionalmente de la persona. Entonces lo que se está haciendo es reforzar el mecanismo de la persona: el crear dos entes independientes dentro del individuo, la que siente y la que piensa.
Como en todas las manifestaciones mentales del ser humano, hay distintos grados de intensidad y rigidez (desde el mero síntoma, hasta una personalidad estructurada), y de esto depende el pronóstico. Pero claro está que si olvidamos el tratamiento “de la psique” y nos centramos en el de “lo físico”, estamos cronificando la situación de la persona.